El miedo es una reacción emocional, un mecanismo primario que actúa ante una situación considerada peligrosa, pero ¿y si la percepción de peligro proviene de ti, de tu propio pensamiento, de la idea persistente de que vas a hacerte daño o a hacer daño a otra persona? Vamos a hablar de fobias de impulsión, el miedo a nuestros propios impulsos.
Aunque se reconoce lo irracional de esos pensamientos, no puede evitarse a veces, sentirnos asustados ante la creencia de que pudieran producirse.
Los pensamientos en las fobias de impulsión son muy variados: miedo a hacer daño a personas queridas y cercanas o miedo a hacerse daño uno mismo.
Los pensamientos, y en particular una forma inadecuada de manejarlos, se encuentran en la base de las fobias de impulsión.
Nuestra mente acoge multitud de pensamientos: buenos, malos, coherentes, racionales o irracionales. El trabajo del cerebro es pensar, igual que el trabajo del corazón es latir. En general, no podemos hacer que nuestra mente deje de pensar, pero si podemos regular su caudal, y sobre todo, podemos controlar qué hacer con esos pensamientos.
Cuando un pensamiento que consideramos irracional cruza nuestra mente, le prestamos una breve atención, y en general, nos olvidamos pronto de él. Todos y todas tenemos pensamientos que podrían considerarse absurdos o inadecuados, pero no tienen trascendencia alguna por qué no se la damos. Pero ¿Qué ocurre cuando se quedan en nuestra mente más tiempo del deseado o cuando vuelven una y otra vez?
En ocasiones le damos relevancia a estos pensamientos y empezamos a analizarlos y preguntarnos cuestiones acerca de ellos: ¿Y si lo que pienso pudiera hacerlo de verdad? ¿Y si ocurriera lo que estoy pensando? ¿Cómo puedo pensar estas cosas? ¿Me estaré volviendo loco?
Este análisis de nuestro pensamiento los psicólogos lo llamamos “metacognición”. Es entonces cuando esos pensamientos adquieren relevancia, somos nosotros quienes hacemos una interpretación de lo que significa tener esos pensamientos, desarrollando entorno de ellos todo un ejercicio de “rumiación”.
Las fobias de impulsión, podrían definirse como aquellos pensamientos, que adquieren en general un elevado grado de visualización –nos vemos realizando el pensamiento–, y que se refieren a ideas de pérdida de control y ejecución de acciones de daño físico o de comportamiento inadecuado, hacia los demás –en especial hacia personas próximas y queridas–, o hacia uno mismo.
Podemos restarles importancia a esos pensamientos, considerarlos absurdos o por el contrario podemos darle vueltas, darle importancia, creándonos una falsa alarma:
“Si pienso algo tan terrible, es que hay algo en mí que no está bien”.
“Si soy capaz de pensar algo así, tal vez sería capaz de hacerlo”.
“No soy una persona normal porque tengo pensamientos raros”
“Pensar esto me produce una gran ansiedad, no puedo permitir que vuelva a suceder este pensamiento nunca más”.
Este proceso que alimenta la obsesión, tiene varias características:
- Genera sentimientos de culpa.
- Nos activamos y por tanto ,tendemos a concentrarnos más en nuestros pensamientos catastrofistas. Al mismo tiempo deseamos dejar de pensar.
- Estamos asustados y ansiosos ante un nuevo pensamiento. Estamos “alerta” ante nuestro propio pensamiento
El resultado es una especie de bucle. Cuando tratamos de no pensar en algo, y nos sentimos culpables y ansiosos por no poder evitarlo, se produce el efecto contrario, pensamos más y más en ello.
Las fobias de impulsión se alimentan de este tipo de mecanismo y generan como consecuencia conductas de evitación: dejamos de realizar determinadas acciones para no afrontar la ansiedad, pero el resultado es una mayor vulnerabilidad ante la ansiedad.
Otro aspecto importante en las fobias de impulsión es su relación con los trastornos depresivos y con la autoestima.
Al ser una de las principales respuestas las conductas de evitación, la persona se siente cada vez más frágil a los pensamientos o a la posibilidad de perder el control y hacerlos realidad.
Cómo superar las fobias de impulsión
¿Qué podemos hacer ante el miedo a hacer daño a los demás, a ti mismo?
Piensa que los pensamientos e imágenes ocasionales de hacer daño, son normales y más frecuentes de lo que crees. No te asustes. Es normal sentir miedo cuando tenemos altos niveles de ansiedad. Si las ideas se producen de un modo que te resulta incómodo o excesivo, plantéate resolverlo, pero hazlo sin alarmarte.
Párate un momento a reflexionar de dónde puede venir tu miedo a hacer daño. Como hemos visto, los pensamientos conectan con nuestro sistema de valores y principios -ser buen padre o buena madre, buen hijo, o estudiante, por ejemplo–. Los pensamientos de hacer daño nos alertan del riesgo de saltarnos esos valores.
Analiza cómo es tu estado de ánimo actual. Cómo te sientes, por qué crees que te sientes así. Puede que te encuentres en un momento de tu vida donde sufras de mayor cansancio, agotamiento, sobrecarga de responsabilidades… El estado de ánimo triste, preocupado o ansioso, favorece la interpretación catastrofista de los pensamientos y hace que aparezca y se mantenga el miedo a hacer daño.
Actúa para mejorar tu estado de ánimo. Cuida tu calidad de vida, los hábitos saludables, la alimentación, el sueño, realiza actividades gratificantes. El ejercicio físico es una actividad que actúa frente a la tristeza y la desmotivación.
Apóyate en tus seres queridos. Expresa cómo te sientes, la ansiedad y el miedo que estás sufriendo. Procura poner de tu parte para realizar actividades que te ayuden a distraerte.
Enfréntate al problema no lo evites. Piensa en las veces que evitas algunas cosas por este miedo, aunque el proceso para vencerlo sea duro, las ventajas de lograrlo merecen la pena. Se consciente de que puedes aprender a cambiar ese estilo de pensamiento. Es importante ser conscientes del estado emocional en el que nos encontramos, para otorgarle a estos pensamientos un correcto origen, y no buscar interpretaciones catastrofistas e irreales.
Solicita ayuda. Hay mecanismos psicológicos que se instalan en nosotros a base de repetir su esquema de funcionamiento, y necesitamos ayuda para salir de esos procesos que tanto nos hacen sufrir. Si ese miedo te afecta mucho, y está alterando tu vida, es necesario la ayuda profesional. La terapia cognitiva, es eficaz para reestructurar determinados patrones de pensamiento.
Resolvemos problemas reales

PSICOONCOLOGÍA
Ayudar a personas con cáncer

TERAPIA ADULTOS
Terapía psicológica de adultos en Murcia.

VIDEO CONFERENCIA
Psicoterapia por videoconferencia