Es normal querer tener seguridad , tranquilidad por saber lo que va a ocurrir pero eso, realmente, no es posible, no es posible tenerlo todo bajo control.
La incertidumbre está presente en numerosos acontecimientos de nuestro día a día, en la mayoría de nuestras situaciones cotidianas: ¿Aprobaré el examen? ¿Podré quedarme embarazada? ¿Me subirán el sueldo? ¿Tendré una recaída de mi enfermedad? ¿Qué dirán los análisis? ¿Seguiremos juntos? ¿Encontraré trabajo? ¿Estoy tomando la mejor decisión?…
Todos en mayor o menor medida hemos sentido incertidumbre, es inevitable sentir miedo al futuro, el problema no es sentirlo, sino como gestionamos esa emoción. ¿Tienes recursos para hacer frente al miedo a lo desconocido? ¿Qué te funciona ante la preocupación?.
Showcasing 5 Projects
¿ Qué es la ansiedad anticipadora? Piensa en esas predicciones que hacemos todos sobre lo que sucederá con algún hecho futuro que nos afecta. Esto en principio es normal, todos hacemos valoraciones sobre los acontecimientos y las decisiones que vamos a tomar. Pero si la forma de afrontar esta situación es ponernos en el peor de los desenlaces emitiendo una profecía catastrófica, centrada exclusivamente en las peores predicciones, estaríamos hablando de ansiedad anticipatoria, que puede expresarse con diferentes síntomas, incluso en forma de ataques de pánico.
El problema siempre son las emociones que acompañan al estado de incertidumbre por el futuro venidero: la ansiedad, el miedo, la irritabilidad, la tristeza. Todas ellas tienen que ver con la capacidad para afrontar la adversidad, nuestra tolerancia a que suceda un acontecimiento negativo. De hecho, esta baja tolerancia es muy frecuente, de ahí el refrán: «Más vale malo conocido que bueno por conocer»
Hay personas que, por sus rasgos de personalidad, quieren tenerlo todo bajo control, no soportan la improvisación o no saber al detalle lo que va a suceder, necesitan tenerlo todo planificado, estructurado… y esto casi nunca es posible, todos deberíamos saberlo: la vida no suele ser previsible.
El manejo inadecuado del temor a lo que sucederá, ese miedo a lo que nos deparará el futuro nos puede condicionar en muchas áreas de nuestra vida, en concreto en uno muy importante, en la toma de decisiones. La toma de decisiones en cuestiones como una posible separación, cambiar de carrera, cambiar de casa, cambiar de colegio a los niños… pueden convertirse en algo molesto si buscamos la certeza absoluta, la decisión perfecta, sin ningún tipo de error.
Tengamos en cuenta que la vida es un cambio constante, y las decisiones son necesarias. Muchas veces nuestras anticipaciones temerosas nos llevan a no tomarlas, pero si evitamos, no avanzaremos y permaneceremos estancados, sin darnos la oportunidad de aprender o de poder mejorar en las siguientes decisiones y nos seguiremos centrando en el miedo como forma de manejar lo desconocido, la incertidumbre.
Tomar decisiones y equivocarse es siempre mejor que no tomar ninguna decisión.
Nuestros estados emocionales tienen una relación directa con nuestra forma de pensar, de interpretar las situaciones, están muy determinadas por nuestro diálogo interno. El miedo al futuro está muy relacionado con las anticipaciones, con los ¿Y si…?.: ¿Y si me despiden? ¿Y si no encajo en este grupo? ¿Y si no me gusta mi nuevo trabajo? ¿Y si me es infiel? ¿Y si no funcionan los tratamientos? ¿Y si no funciona mi matrimonio?…
En muchas ocasiones la preocupación la utilizamos como estrategia para disminuir nuestra ansiedad, nos hemos acostumbrado a darle muchas vueltas a una decisión, no tanto como una herramienta para decidir la mejor opción, sino para mantenernos en ese estado donde no tomamos decisión alguna. Creemos que es mejor no precipitarnos, incluso nos decimos a nosotros mismo que es una decisión que hay que dedicarle tiempo, pero no nos engañemos, si no tomamos decisiones, no sólo no vamos a sentirnos mejor, sino que no vamos a avanzar, no vamos a poder comprobar si es una buena opción y considerar otras alternativas, en definitiva vamos a quedarnos estancados. ¿ A qué esperamos para decidir?
Vivir es tomar decisiones constantemente, no es algo cómodo aunque, podemos entrenarnos y nos resultará poco a poco más fácil.
No tiene sentido anclarse en el miedo al futuro, pero tampoco permanecer en el pasado, preguntándonos inútilmente cómo o por qué sucedió tal cosa, perdiendo de vista lo que es verdaderamente importante en nuestra vida: nuestro presente.
Estar en el presente es la forma que tengo para actuar o poder cambiar algo, es la forma de tener las riendas de nuestra vida.
Un conocido psicólogo Ramón Bayés, comenta que hay tres presentes:
Presente – Pasado: Estar en el presente pero dándole vueltas a las situaciones pasadas.
Presente – Futuro: Estar en el presente dándole vueltas a lo que va a suceder.
Presente – Presente: Estar aquí, ahora, en la situación presente, centrado en lo que podemos hacer.
Lo realmente saludable es estar en el Presente – Presente, que es en definitiva, sobre lo que tenemos algún control, sobre lo que tenemos alguna capacidad de actuación o de cambio. Pero lo que surge con más frecuencia son estos pensamientos anticipatorios, que derivan en el miedo, que nos atrapa y nos genera un gran malestar.
«El tiempo pasa, amigos, el tiempo pasa y ser conscientes de cada momento que vivimos, nos ayuda a adueñarnos de nuestra libertad» (Pilar Arranz y Pilar Barreto).
Dejemos de sentirnos atrapados por nuestras pensamientos y emociones y trabajemos diariamente para aceptarlas o ponerles freno y tomar las riendas de nuestra vida.